Chema Dyaz … ¿Quién es ese?
Soy el Copywriter que contará tu historia y hará que la lean.
Chema Dyaz, un camino lleno de palabras
Periodista de carrera.
Monologuista frustrado.
Copywriter redimido.
Blogger de guerra.
Y, sobre todo, humano. Muy humano. Humano tirando a persona.
Nací en la era analógica
Cuando el periodismo olía a tinta y los textos no los revisaba un algoritmo.
Escribía con las manos, pensaba con el corazón y firmaba con boli.
Desde entonces he vivido el apocalipsis digital con una ceja levantada y un Word abierto.
Sobreviví al boom de los blogs
…y también a su caída.
Vi nacer, crecer y morir a más proyectos que temporadas tiene “Cuéntame”.
Cada uno me enseñó algo. Incluso el que petó en 48 horas.
Me comí la Matrix con papas
Y repetí.
Porque sí, el mundo digital se ha vuelto una especie de Matrix de marca blanca.
Y yo, que me sabía el guion, decidí hacer el mío propio.
Nunca quise ser un robot
Ni seguir la estrategia de “haz reels, publica a las 8 y sonríe aunque te estés hundiendo”.
No vine a este mundo a usar IA como si fuera magia.
Vine a recordarte que, detrás del marketing, hay una historia. La tuya.
Una historia de humanos que respiran, que sienten. Una historia que merece ser contada.
He escrito más textos que mensajes de WhatsApp
He contado historias que conectan, despiertan y venden… pero sobre todo, que no aburren.
Y sí, también he escrito cosas que no funcionaron.
Porque eso de “fracasa rápido y aprende” no lo inventó Silicon Valley: lo inventé yo, un lunes a las 3 de la mañana.
¿Y ahora qué?
Ahora me dedico a ayudar a otros a que no pierdan su voz entre tanto ruido digital.
A que su historia destaque entre mil “funnels”, “ads” y “lead magnets” que no dicen nada.
A que despierten de esta falsa Matrix y recuerden que aún pueden decir algo diferente.
¿Quién soy yo para hablarte de historias?
Soy Chema Dyaz.
Y llevo escribiendo y explorando el mundo digital desde que el móvil nos impedía hablar por teléfono.
Cuando los blogs eran reyes, los likes no existían y el SEO lo escribíamos con minúsculas… y sin ansiedad.
Empecé cuando escribir era un acto de fe
Con un teclado, mucha ironía y cero seguidores.
Redactor, periodista, agitador digital.
No por moda. Por necesidad.
Porque las palabras eran mi forma de entender el mundo y también de reírme de él.
Me formé en la Complutense
En los tiempos en que el Word se guardaba en disquete.
Y desde entonces no he parado:
De aprender, de investigar, de escribir, de cagarla, de acertar, de volver a cagarla…
Eso sí, siempre con estilo.
He tocado todos los palos (y algunos me han devuelto el golpe)
Prensa local (esa que huele a café y a tinta barata).
Gabinetes institucionales (sí, hice comunicados con lenguaje políticamente soportable).
Medios nacionales (Diario16, El Gato Encerrado…).
Blogs pioneros (Blogs Teoriza, BlogsFarm, PídolaPalabra).
Podcast sobre ciberseguridad con tono de barra de bar (The Walking Net, La Matrix).
Y finalmente, lo que soy hoy:
Un Copywriter con recuerdos de SEO y alma de storyteller.
Llevo más de 20 años entre letras
Sí, dos décadas dándole al teclado.
Con más de 10 como freelance.
Centrado en proyectos digitales, estrategia, visibilidad, storytelling y SEO.
O lo que es lo mismo: haciendo magia con palabras, aunque me nieguen el carné de Hogwarts.
¿Chema Dyaz, por qué sigues aquí?
Porque me importa la verdad.
La que hay en tu historia, en tu marca, en lo que no estás contando bien.
Porque sé lo que es reinventarse.
Y porque he aprendido que las buenas historias no se escriben con fórmulas…
…se escriben con vida.
Todo empezó con un planeta que se derretía
Yo tenía ocho años.
Y en además de jugar al fútbol o coleccionar cromos, escribí un cuento.
Iba sobre un planeta que se derretía.
Sí, así como suena. Un planeta. Entero. Chorreando.
Nadie lo entendió.
Mi profe pensó que era una metáfora ecológica.
Mi madre creyó que estaba triste.
Y yo… solo quería contar una historia.
Ese día descubrí que había algo poderoso en juntar palabras.
Que con una frase podías inventarte un mundo o destruirlo.
Que podías hacer reír. O llorar.
O hacer que alguien, aunque fuera solo uno, te escuchara.
Luego vino el periodismo. Y la guerra.
Entré en la Facultad solo unos años después de la Primera Guerra de Irak, la «madre de todas las batallas».
Mi sueño: ser reportero de guerra.
De los que pisan barro, escriben con casco y cuentan verdades desde el frente.
Pero entonces murió mi padre.
Y el mundo se me congeló.
Dejé de pensar en trincheras lejanas.
Y me quedé donde tenía que estar en mi propia barricada, con mi madre, en casa, cuidando de lo que de verdad importaba.
Aparqué el casco, pero no la escritura.
Me metí en redacciones, gabinetes, blogs…
Prensa local, gabinetes institucionales, colaboraciones en medios…
Y luego los blogs:
Teoriza, BlogsFarm, PídolaPalabra, trabajoyeconomia.com.
Años de letras y cafés fríos.
De aciertos que no esperaba y fracasos que me enseñaron más que cualquier máster.
Internet cambió. Y yo también.
Cuando todo se volvió scroll, clic, algoritmo y emoji…
yo decidí aprender su idioma.
Me volví copywriter con mirada de periodista.
Aprendí SEO, estrategia, storytelling.
Pero sin perder lo más importante: la voz, en sentido metafórico y en sentido textual.
Esa voz que te hace único.
Esa que no se genera con prompts, sino con vida en estado puro.
Mientras tanto, hacía podcast, escribía guiones, creaba webs…
Hablé de ciberseguridad en The Walking Net.
Escribí para marcas grandes y pequeñas.
Para agencias, medios, personas que no sabían cómo contar lo que hacían.
Y ahí estuve yo: escuchando, traduciendo, escribiendo.
Hoy sigo escribiendo
Pero ya no soy ese niño que imaginaba planetas derretidos. Hoy ya no me hace falta imaginarlo, solo con mirar lo veo.
No soy ese joven que soñaba con cubrir guerras desde la zona cero, las guerras han llegado hasta mi.
Soy un copywriter con más batallas internas que muchos soldados.
Uno que cree que las palabras aún pueden salvar empresas…
y quizás, algún planeta más.
Ha llegado la hora de la Singularidad.
Ha llegado tu momento.
Si sigues escribiendo desde el miedo, seguirás atrapado en el mismo lugar.
Si decides escribir con fuerza, con claridad, con pasión, entonces todo cambia.